Nuestra fe cristiana implica mucho más de lo que la mente humana puede discernir por sí sola. Desde su mismo origen tiene implicaciones profundas, pues ella no es el producto de un pensamiento o una filosofía, ni mucho menos una imposición caprichosa de algún líder superdotado de inteligencia. El origen de nuestra fe proviene del mismo Dios quien la reparte a cada individuo por medida (Romanos 12:3). La palabra repartir en este versículo, tiene la connotación de revelación, pues la fe comienza con...